Que fácil se nos hace muchas veces destronar a Dios del primer lugar en nuestra vida y cuando hablo del primer lugar me refiero a esa relación persona e intima que deberíamos tener con Él.
Nosotros somos muy buenos para pedir, para desear que nos vaya bien, para anhelar paz en nuestro corazón y tantas cosas hermosas que quisiéramos, pero por alguna razón no hacemos absolutamente nada por devolver al lugar que le corresponde al Señor en nuestra vida.
Queremos tantas cosas, queremos que Dios haga esto y lo otro según nuestra voluntad y en el tiempo que lo necesitamos, pero no pensamos por un momento que a veces la estamos pasando mal porque hemos relegado a Dios a otro lugar que no le corresponde en nuestra vida.
Los tres primeros mandamientos son importantes en nuestras vidas porque le dan prioridad al ser que debe reinar en nuestras vidas.
Veamos a Dios desde lado científico de una manera interesante la existencia de Dios.
Si te entregas a Dios, podrás recibir su Amor que es perfecto, siendo pecador es imposible y la lucha por no serlo es diaria, aún somos pecadores, pero no mereciéndolo EL nos da su amor incondicional.
Cuando le dices “no” a Dios le cierras una puerta de tu corazón a Dios y ya no
es dueño. Dios solo entra a donde tú le permites. Entonces sientes como un
vacío, como que te hace falta algo, como que necesitas algo más. Y comienzas a
llenarte con otras cosas que son pasajeras, pero nunca te sientes lleno/a
completamente. Te desesperas, te llenas de ansiedad, te sientes solo/a. Hasta
que llega el momento que no aguantas más y te vuelves de rodillas a Dios. Te
desahogas con él y le dices: “¿Dios, pero por qué, si yo te amo, yo voy a la
iglesia y participo… por qué sigo con este vacío…?” Es ahí donde Dios te lleva a
reflexionar y te das cuenta de la razón por qué te sientes así. Y te sientes tan
mal porque no le hiciste caso al Padre, te arrepientes, lloras, te humillas,
etc. Qué bueno es saber que Dios, nuestro Padre Celestial, es un Dios de amor y
de misericordia, que no importa cuántas veces le fallemos el siempre se mantiene
firme y fiel esperando por ti y por mí. Es cuando te arrepientes y Dios vea que
de verdad estas dispuesto/a y quieres ponerlo en primer lugar, que él decide
regalarte esa bendición que desde un principio te quiso dar. Una bendición tan
refrescante, tan hermosa, saber que te perdona, que te limpia y encima de eso te
da ese regalo que tenía esperando; que hasta nos preguntamos que por qué no
obedecimos desde un principio.